(Foto: Fernando Valente)
Habíamos terminado de filmar en el lugar que denominamos “el purgatorio”. La llamada eternidad no fue tal larga, así que ustedes catequistas, pueden ir tranquilamente a predicar a un campo minado, le van a hacer un favor al mundo. Sin embargo, las entidades despertadas en ese lugar, nos asecharon durante un buen tiempo más. Aunque mi reloj sigue funcionando mal, no nos adelantemos a los hechos, eso será explicado en su debido momento.
Jornada numero 8:
Si bien, seguíamos filmando en la antigua fabrica de zapatos de goma, habíamos pasado del ala norte al ala sur, para escaparnos de las entidades espectrales. Esperábamos, al menos por unas horas, escaparnos de sus maléficas influencias. Pero claro, suponiendo que las entidades espirituales, también cuentan con relojes. Era más que obvio que, incluso en el más allá, estos funcionen mal. Por lo tanto, lo denominado unas horas, podría reducirse a minutos, segundo o días. Malditos relojeros, devuélvanme los minutos que no vivo, a lo largo de toda mi vida voy a haber perdido mas de 115 años. Ahí esta la simple explicación de por que algunas personas viven 10 y otras 80 años, es todo culpa de la exactitud del reloj que uno usa. Si no es así, hawkins, no entendí del todo tu libro.
Era la última jornada en dicha locación, los acontecimientos sucedidos en la anterior, me habían llevado a tomar cierta resolución. Dado que ciertos individuos era demasiado sucesibles a ciertas influencias, que podríamos llamar energéticas, me veía obligado a buscar otro lugar.
Mientras tanto, me arriesgue a filmar durante un día mas en ese lugar, mientras las tratativas de mi productor se materializaban. Era hora de plasmar en formato digital, aclaro para que no me digan que eso no es filmar (si, a ustedes freaks), parte de las secuencias oníricas. Sin embargo, aunque no esperándolo, el síndrome porgie del que había sido testigo la jornada anterior, afecto al mismo actor una vez más. En un principio de manera sutil, prácticamente imperceptible, al ojo poco entrenado. Comenzó con un quejido casi simpático como “uhh que calor que dan estas luces”. El cual esperaba que, ignorándolo, quede tan solo en una frase. Suponía que era como la histeria, al la cual si uno ignora, no tiene mas lugar en la situación. Y así fue, al menos, por las primeras horas. Hasta que las fuerzas del más allá, a base de insistencia, cobraron más y más poder.
Habíamos casi terminado la jornada numero 8, fue evidente para todos, que cierto individuo estaba poseído nuevamente. Faltaba tan solo una escena para terminar el día, cuando cierto individuo cuyo nombre no voy a pronunciar jamás dijo, “che, yo me parece que me voy, no podemos hacer esa escena otro día”. A lo cual mi productor salio al rescate y dijo “mira, la verdad que volver acá es casi imposible, eso significa movilizar un montón de cosas y la verdad que lo podemos hacer en 15 minutos y ya esta”. A lo cual cierto actor, poseído por el síndrome porgie o también llamado síndrome de bard pitt, respondió, “yo no tengo ningún problema de volver acá otro día”. Una vez más Mr. Production respondió “y…mira, la verdad que esto lo podemos hacer en 15 minutos mas y nosotros tenemos que seguir para adelante, movilizar todo esto por una escena mas, es realmente un derroche de dinero”. Luego de 15 minutos de monólogos por ambas partes, este individuo al que vamos a llamar brad pitt, se dio cuenta que Mr. Production no iba a ceder de ninguna manera.
La escena se logró, pero no sin un ataque de histeria, donde el Sr. Brad Pitt le grito y escupió a todos los presentes, modio al gaffer para luego gritarle “dale, dale, dale apurateeeeeeeeeee!!!!!!!”. Con lo cual, solo me deja una exclamación posible, “¡¡¡¡¡¡¿¿¿que carajo???!!!!!! Terminamos ese día y prometí nunca mas volver a pisar esa locación en mi vida.
Bad Karma for ever.
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